Metas infantiles para el futuro con autismo de mi hijo

Hace algunos años Pedrito recién iniciaba en un nuevo colegio y en la primera semana de clases fuimos invitados al cumpleaños de un compañero de curso.

El festejo era en una pista de patinaje con todo el grupo de la clase y sus madres. Cuando llegamos, Pedrito se puso sus patines y comenzó a hacer carreras con sus compañeritos. Era uno de los niños más veloces en la pista y todos estaban sorprendidos de ver al pequeño autista luciéndose con sus patines.

En ese momento comprendí que mientras más habilidades le enseñara a Pedrito mejor se integraría con otros niños, y en la medida que fuera creciendo también lo haría en su comunidad.

Esta visión iba más allá de sus objetivos de conducta y aprendizaje en los programas de terapia. Era algo que podía lograr con él poco a poco en nuestros momentos juntos. ‘

Pensar en ese sueño me llenaba de energía, alimentaba mi voluntad y mi corazón de esperanzas. Imaginarlo tocando la guitarra para el coro del colegio o jugando al escondite con sus vecinos me motivaba a persistir para lograrlo.

  

 El deseo más grande

 Siempre he sido de esas personas que esperan mucho de la vida, aspirando a lograr sueños muy distantes de mi realidad, como vivir en el extranjero o capacitarme para desarrollar nuevas habilidades.

Por eso me exigía mucho y vivía enfocada en trabajar para lograr mis metas. Esa mentalidad de resultados me hacía también esperar mucho de mi hijo.

Fui una embarazada ilusionada con los primeros pasos de su bebé, su voz y su sonrisa. Luego de su nacimiento me lo imaginaba en la escuela, con su primer auto y yendo a la universidad.

Por eso, cuando recibí su diagnóstico de autismo sentí que me habían arrebatado la vida que quería para mi familia junto con nuestros sueños.

Y la palanca que movilizó los cambios de neutro a primera para superar la pena del duelo del diagnóstico y avanzar fue ocuparme en ayudar a mi hijo en vez de preocuparme.

El proceso de crear rutinas, horarios y actividades para enseñar habilidades a mi hijo en casa fue sanador para mí. Ser protagonista y estar sentada en la primera fila para ver sus logros me devolvió la ilusión que había perdido.

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Mis pensamientos fueron cambiando porque era testigo del potencial de mi pequeño campeón y su esfuerzo por responder cada día a lo que se le pedía era un bálsamo para mi alma.

Estaba motivada a pasar de la actitud a la acción e Inicié hábitos en casa como reducir el tiempo de pantalla para toda la familia o hacer actividad física cinco veces por semana.

Pedrito y yo nos convertimos en un equipo que entrenaba y competía por un mismo premio y, gracias a tenerlo tan cerca, conocí sus debilidades y fortalezas, aunque no me las contara.

 

Me di cuenta que ayudarlo me ayudaba a sanar

Ningún padre o madre está listo para escuchar que su pequeño tiene autismo, pero sí podemos prepararnos para que esa condición no limite nuestra felicidad.

Muchas veces cuando la discapacidad toca la puerta de una familia se siente como que todas las posibilidades se esfumaron y que recibieron algo a cambio totalmente opuesto a lo esperado. Entonces, como si se pusieran bajo piloto automático, los deseos y necesidades de esa familia comienzan a moverse únicamente por el ritmo de la discapacidad presente.

Hasta que los padres recuerdan que su mayor deseo es criar y proteger hijos que se conviertan en personas amadas y plenas y son liberados de las expectativas que les generaban tristeza o amargura.

Ajustar nuestras expectativas no significa disminuirlas, al contrario, se trata de aumentarlas en tiempo de crisis. Tener la esperanza e invertir la energía en las posibilidades que tienes a mano.

 

Lo mejor es lo próximo

Para levantarnos animados, saltar cada barra y celebrarlo enfocamos nuestras energías en algunos básicos que te contaré a continuación:

  • Metas infantiles en casa: siempre teníamos objetivos que nos acercaban a donde queríamos llegar.
  • Lo ayudé a decidir: cada oportunidad que yo tenía para enseñarle a pedrito a tomar decisiones la aprovechaba y así fomentaba en él su derecho de decidir sobre su vida.
  • Le enseñé a perseverar y valorar su dedicación más que el resultado que obtenía en lo que estuviese haciendo.
  • Celebré su esfuerzo más que sus habilidades para darle el ejemplo de que con la práctica todos podemos mejorar.

El profeta Pablo dijo que todo lo que puedes percibir con la vista es temporal más las cosas que no puedes ver son eternas. Si tienes la mirada puesta hacia la meta final no te derrumbaras con las dificultades del camino más bien lo terminarás fortalecida.

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