Mientras me tomaba un café con una amiga a quien quiero doblemente por ser mamá especial, la escuchaba hablar y reconocía a mi antigua yo en sus dudas y miedos.
Ella me invitó con la intención de ponernos al día y contarme sobre el tratamiento de su pequeño con autismo. Me contaba que a pesar de la inversión económica y de tiempo, en los últimos meses no veía suficiente progreso o beneficios de las terapias.
Entonces se me ocurrió una pregunta, ¿Cómo ayudas a tu hijo cuando no reconoces su necesidad? Cuando no has aceptado sus diferencias y limitaciones o por el contrario, cuando sus limitaciones no te permiten ver su potencial.
Hace seis años recibí y acepté inmediatamente el diagnóstico de mi hijo porque las señales de autismo en su desarrollo eran evidentes y me considero una mujer muy realista.
Lo que nadie te explica sobre las etapas emocionales que una madre experimenta frente a esta situación, es que muchas veces hemos aceptado el diagnóstico pero no hemos aceptado al hijo con la condición.
Me esforcé por ayudar y buscar los apoyos necesarios para Pedrito, pero en la vida diaria chocaba con mi realidad cuando nos encontrábamos a solas dentro del hogar sin ningún protocolo de terapia o dinámica e interactuando de manera casual.
En algunas ocasiones, cuando estábamos en el piso jugando me quedaba mirándolo y pensaba: este niño piensa, habla y actúa diferente a todo lo que había conocido hasta ahora y encima no sé cómo generar una conexión con mi propio hijo.
Luego del café con mi amiga continúe con mis compromisos y en la noche le envié un correo preguntándole ¿Qué necesitas para ayudar a tu hijo y avanzar en sus metas?
En su respuesta volvió a enfocarse en todo lo que iba mal en el centro de terapia, en las debilidades del colegio, de las maestras y en la poca ayuda con la que ella contaba.
Sus expectativas no eran reales porque gastaba su energía en buscar una solución que arregle a su hijo y retomar la vida que conocía antes del diagnóstico. Era como esperar al cambio de un billete y en su caso esperaba que por su esfuerzo recibiera una cura imposible.
Olvida lo que sabes y abraza tu vida
Entonces le conté lo que tuve que hacer para reinventar mi maternidad y olvidarme de todo lo que conocía y me limitaba.
El proceso de rehabilitación de mi hijo inició conmigo. Para pasar de la negación y el miedo hacia la aceptación aprendí a tener fe, confiar en mis talentos de madre y creí que las respuestas a las necesidades de Pedrito estaban dentro de mí.
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Aunque en ese entonces todavía no conocía la condición, no era terapeuta, educadora y la mayor parte del tiempo no sabía cómo conectar con él, mi propósito era amarlo y hacerlo feliz.
Estaba convencida que el regalo más grande de amor que podía darle era mi atención y que no habría ningún vínculo tan poderoso para su bienestar como este, porque cuando eres amado y aceptado, tu potencial se desata como ser humano y tus posibilidades se vuelven infinitas.
Al poco tiempo volví a visitar a mi amiga a su casa. Cuando toqué a su puerta ella me recibió con una sonrisa y un cálido y fuerte abrazo de esos que se dan dos personas sobrevivientes a un mismo evento.
Nos sentamos y ella comenzó a contarme sobre los cambios que había realizado en sus hábitos y en su hogar para darle más apoyo a su hijo.
Me dijo que estaba lista para buscar ayuda y dejar de movilizarse únicamente por la condición de su pequeño. Ahora sabía que tomando un rol más activo en la rehabilitación de su hijo la ayudaba a sanar y a ocuparse en vez de preocuparse o simplemente quejarse.
La clave para una buena vivencia en la crianza con autismo
Ajustar las expectativas a mi realidad conlleva un cambio que no quiere decir que tienes que esperar menos del futuro de tu hijo, muchas veces puede ser esperar más.
No puedo hacer ese cambio sobre la realidad de mi hijo pero si puedo mejorar la calidad de la relación emocional y afectiva que tengo con él.
Muchas veces nuestros sueños en la crianza no van de la mano con el ser de nuestros hijos, entonces esos deseos se convierten en infelicidad cuando pensamos en el futuro y en frustración en el presente.
Si es posible ser feliz conviviendo con la discapacidad dentro de la familia y el hogar cuando enfocas tu energía en las posibilidades en vez del problema.
Cuando antes me preguntaban qué es el autismo yo explicaba el concepto de la condición neurológica y su impacto en el desarrollo infantil.
Hoy respondo a esa pregunta con una respuesta diferente: el autismo en un niño es una experiencia que transforma la vida de toda su familia y cuando vives esa experiencia desde la aceptación, sus retos te impulsan a crecer, ser mejor y apreciar lo más importante, la vida juntos.